
Virgilio, en el libro II de la Eneida, relata así el ataque de las serpientes:
Ellas, con marcha firme, se lanzan hacia Laocoonte; primero se atornillan a los tiernos cuerpos de sus dos hijos, y rasgan a dentelladas sus miserables miembros; después cautivan al padre que, esgrimiendo un dardo, iba en ayuda de ellos, y lo sujetan con sus enormes sortijas: ya ceñidas con dos vueltas alrededor de su cuerpo, y dos veces rodeado al cuello, el escamado lomo, todavía exceden por sobre sus cabezas y sus derechos pescuezos. Pugna con ambas manos Laocoonte para desatar aquellos nudos, mientras regalimen de sus glándulas baba y negro veneno, y al propio tiempo eleva hasta los astros espantosos clamores...
Laocoonte era el sacerdote del templo de Apolo Timbre en Troya y advirtió sin éxito, que no dejaran pasar al famoso caballo de Troya, puesto que era una trampa dispuesta por los griegos; al lanzar un pico con fuego contra el caballo, los dioses lo castigaron enviándole las dos serpientes porque lo mataran a él y a sus hijos. Hay otra versión que explica que fue un castigo de Apolo porque Laocoonte se había casado con Antiope ante la estatua del dios, cosa que constituía un sacrilegio.
Laocoonte era el sacerdote del templo de Apolo Timbre en Troya y advirtió sin éxito, que no dejaran pasar al famoso caballo de Troya, puesto que era una trampa dispuesta por los griegos; al lanzar un pico con fuego contra el caballo, los dioses lo castigaron enviándole las dos serpientes porque lo mataran a él y a sus hijos. Hay otra versión que explica que fue un castigo de Apolo porque Laocoonte se había casado con Antiope ante la estatua del dios, cosa que constituía un sacrilegio.
No hay comentarios:
Publicar un comentario