Estudio

La obra está enmarcada dentro de una composición de figura piramidal, y la mejor posición por su visión es la frontal; la obra representa las emociones humanas en su máxima expresión patética. Es, junto con el gran altar de Zeus y Atenea en Pérgamo (180-160 a.C.), un ejemplo de la escultura escenográfica helenística de un dramatismo más extremado. Desde el Renacimiento, este grupo es representativo del arte antiguo o de uno de las dos corrientes principales del arte helenístico: el académico y el barroco, al cual pertenece este grupo.

La expresión de culpabilidad y el gran dramatismo de Laocoonte que hace contorsiones en dolorosa agonía, son desgarradores. Dentro del grupo, las dos serpientes monstruosas que se atornillan para matar, de acuerdo con el castigo impuesto por los dioses, forman parte de la composición visual del grupo, y con sus líneas curvas consigue la unión entre todos los personajes, hecho que ayuda a mostrar la dinámica que se desprende del grupo. Hay una voluntad de exagerar el efecto teatral de la anatomía, y se añade el dolor moral de Laacoonte al presenciar la muerte de sus dos hijos.

Winckelmann, en la primera edición del libro Historia del Arte de la Antigüedad (1764), entre muchas otras obras, analiza el grupo del Laocoonte y señala que la figura del hijo más grande tuvo que ser ejecutada de manera separada. Describe el Laocoonte como un espectáculo de la naturaleza humana sometida al más grande dolor que es capaz de soportar. Este dolor hincha sus músculos y pone en tensión sus nervios pero en su frente, a la vez, se capta la serenidad de su espíritu. Su pecho se eleva para tratar de contener el dolor y por el hecho que el vientre está comprimido se puede ver el movimiento de sus vísceras. Sus hijos lo miran pidiéndole ayuda y él manifiesta su ternura paternal con su mirada tierna, de unos ojos que se dirigen hacia el cielo implorando a los dioses. La apertura de su boca tiene un movimiento que expresa ataraxia e indignación por la idea de un castigo inmerecido.

Lessing, a su obra de crítica estética Laocoonte o sobre los límites en la pintura y poesía (1766), explica que la escultura y la pintura se hacen con figuras y colores al espacio y la poesía con sueños articulados en el tiempo.
Goethe escribió el 1798 su artículo Sobre Laocoonte, donde hace patentes que los artistas han desnudado al Laocoonte de su sacerdocio y de sus referencias mitológicas y lo han convertido en un padre normal con dos hijos amenazados por dos animales. Destaca la sensación de movimiento que produce el grupo, que parece cambiar de posición si el espectador abre y cierra los ojos alternativamente. También elogia el momento escogido por los artistas para reflejar un máximo interés: cuando uno de los cuerpos está tan cogido que ha quedado indefenso, el segundo es herido y está en condiciones de defenderse, y el tercero todavía le queda la esperanza de huir.

El padre está representado en una posición en la que reacciona en el mismo instante en qué es mordido a la cadera por una de las serpientes: desplaza el cuerpo hacia el lado opuesto, contrae el vientre, hincha el pecho, pone el hombro hacia delante e inclina la cabeza en la dirección del lado herido. Los pies están inmovilizados y los brazos en posición de lucha, ofreciendo una gran resistencia que no parece ser efectiva. Se trata de un hombre fuerte pero que, por su edad, ya no tiene tanta energía y, por lo tanto, no es muy capaz de soportar el dolor.

El hijo más pequeño, completamente capturado, hace esfuerzos sin éxito para tratar de liberarse y de aligerar su mal. El hijo más grande tan sólo está ligeramente cogido por un pie y se horroriza y llamamiento ante los movimientos de su padre. Pero él, todavía tiene la oportunidad de liberarse y huir.

Detalle de la figura del hijo pequeño
Detalle de la figura del hijo mayor.



Detalle del dramatismo que transmite el rostro del Laocoonte.


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