viernes, 19 de abril de 2013

El Laocoonte y sus hijos

El Laocoonte es uno de los conjuntos escultóricos más impresionantes de toda la Historia del Arte universal. A pesar de las diferentes hipótesis que se han barajado, lo más probable es que fuera realizado en el siglo I d. C. para un mecenas romano, por los artistas Agesandro, Polidoro y Atanadoro, de la Escuela de Rodas. Pertenece, por tanto, a la última etapa de la escultura clásica griega, el llamado período helenístico. Se sabía de su existencia gracias a una antigua descripción de Plinio el Viejo, pero estuvo oculta bajo tierra hasta que fue descubierto en el año 1506, en la ciudad de Roma. El Papa Julio II envió a Giuliano da Sangallo y a Miguel Ángel para que identificaran la estatua, y desde entonces se conserva en los Museos Vaticanos. El grupo representa a Laocoonte, sacerdote troyano de Apolo, en el momento de ser devorado por dos grandes serpientes marinas. Laocoonte había prevenido en vano a sus compatriotas contra el caballo de madera que los griegos les habían regalado, haciéndolo pasar como una ofrenda votiva a la diosa Atenea, cuando en realidad era un ardid para ocultar a los soldados que luego abrirían las puertas de la ciudad. Mientras los troyanos decidían si debían arriesgarse a introducir el caballo en la ciudad, Poseidón, enemigo de Troya, envió a las serpientes para que castigasen a los hijos de Laocoonte. Las serpientes se enroscaron en el cuerpo de los niños y Laocoonte luchó por soltarlas, pero ellas le estrangularon a él y a los niños. Los troyanos se convencieron de que aquello era una señal de los dioses para ignorar las advertencias del sacerdote y finalmente llevaron el caballo dentro de las murallas de la ciudad. De esta forma provocaron inconscientemente su propia destrucción. El mito está recogido en la Eneida de Virgilio y ha sido un tema de inspiración muy repetido para artistas y escritores de todas las épocas.

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